jueves, 5 de noviembre de 2009

Extraño encuentro

La parsimonia habitual de Uminastei hacía aquel día, si es que en el Centro del Universo había días, igual a otro cualquiera. Sin embargo algo perturbaba la sensibilidad de la silen. El Centro del Universo no tenía olor, ni color, ni sonido, ni impulsos eléctricos, sin embargo aquel día sí podía percibir algo, no estaba segura de lo que era, pero podía sentirlo. Continuó caminando sin variar un ápice su trayectoria ni velocidad. "¿Un olor?" pensó. Tal vez se estaba volviendo loca allí mismo. No sabía cuánto podía llevar allí, pero era mucho. Sin embargo el olor era claro y se iba haciendo más y más intenso. Tomó el rumbo hacia donde venía. Según iba avanzando iba sintiendo el olor más fuerte, y no sólo eso. Un impulso eléctrico llegaba a sus embos. Una de dos, o había un ser cerca o se había vuelto loca definitivamente. No, estaba allí. ¡Podía percibirlo! Con celeridad se acercó hacia la forma viva, la primera que había visto desde que entró en el Centro del Universo. La mayoría de otras razas de la galaxia podrían haber percibido un canturreo, sin embargo los silen carecían de oído. La perturbación en las ondas le indicó que aquel ser, al que no podía identificar con ninguna de las razas conocidas, le indicó que aquel ser se estaba intentando comunicar como lo haría un arforbo, es decir, por eso que ellos llamaban sonido. Si Uminastei no hubiera sido un silen o hubiera tenido un traductor que le hubiera pasado a olores esas perturbaciones en las ondas hubiera escuchado algo así como: "¡Por fin un poco de compañía!"

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